Bolivia es un país rico en recursos naturales y
culturales, pero aún no ha logrado superar la pobreza de su población. La
economía de Bolivia se sustenta por más de dos siglos en un modelo extractivo
de recursos naturales, sin valor agregado, comercializados inclusive en
condiciones desventajosas. Este modelo económico es también limitante para el
desarrollo del país porque no brinda condiciones para la redistribución de la
riqueza y el cuidado del medio ambiente. Las políticas sociales cuentan con
baja inversión pública y en el ámbito
educativo, el apoyo a la formación técnica, la innovación científica y
el desarrollo tecnológico son muy limitados.
Ahora bien, ¿quiénes somos? Obviamente la respuesta es,
que somos bolivianos. Pero Bolivia tiene varias nacionalidades. En esta pequeña
publicación solo tocaré de la parte altiplánica porque soy oriundo de esta
región.
El altiplano no es como muchos piensan, “como una región árida”, sin embargo hay lugares
que producen casi todo lo que existe en los valles altos como es el caso de la
región del lago Titicaca (altiplano norte).
La quinua, producto agrícola de los andes boliviano, es
el que da buenos resultados. Experiencias logradas en la región de Oruro y
Potosí dejan ganancias muy considerables. Lamentablemente no todos se dedican a
esta actividad, puesto que necesita más investigación a cerca de este producto,
su cultivo mecanizado, su industrialización y busca de mercados
internacionales. Y qué mejor sería abordar en las unidades educativas, enseñar
a niños y jóvenes, instalando con apoyo de gobiernos municipales laboratorios
de investigación, análisis de tierras, riegos, etc.
Frente a esta realidad, las escuelas rurales deben
comprender que la educación de la producción y la formación deben constituir
una orientación vital para lograr el desarrollo del país. La diversidad natural
y cultural debe ser aprovechada en la generación de bienes y servicios con
valor agregado, que contribuya al desarrollo productivo y social.
¿Por
qué la formación “en”, y “con” producción?
El número de personas que acceden a una educación escolar
de calidad es bajo en toda Bolivia, y aún menor es el porcentaje de quienes
tienen la oportunidad de formarse en un nivel de educación superior. El
sistema educativo formal
(inclusive), otorga insuficientes oportunidades
educativas. Se estima que el 85% de la población no accede a una cualificación
técnica (Fuente: Educación para el Desarrollo, FUNDACIÓN FAUTAPO, agosto 2012).
La escasa oferta educativa productiva, especialmente en el área rural, limita
el desarrollo de competencias para el trabajo y ocasiona que la mayoría de los
bolivianos y bolivianas ingresen al mercado laboral en condiciones
desfavorables.
La Ley Elizardo Pérez - Avelino Siñani, faculta construir
un nuevo Diseño Curricular tomando en cuenta la interculturalidad y
conocimientos previos como ésta, ya que el cultivo de quinua en la región
andina es milenaria, lo que corresponde a los actores de las unidades
educativas es ampliar, investigar, producir y comercializar a precios justos y
vivir en las comunidades sin emigrar a las grandes ciudades o salir al exterior
para ser explotados en Brasil o Argentina como alguien dice por los mismos
compatriotas.
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